No voy a engañar a nadie, la historia empieza siendo una pantomina y hay algunas conversaciones entre los personajes que dan poco menos que vergüenza ajena. Ahora que nos hemos quitado de encima lo malo, pasemos a lo bueno, que es muchísimo.
A nivel jugable estamos hablando de, simple y llanamente, el mejor Fire Emblem que se ha hecho a fecha de hoy. Sin matices. Es variado (cómo echaba de menos todas estas clases en Three Houses) y es tan retante como satisfactorio, lo que se traduce en unas ganas constantes de seguir jugando. Las animaciones de ataque son de lo mejor de la saga desde los tiempos de los mágicos sprites de Game Boy Advance y el diseño de niveles hace palidecer a sus predecesores inmediatos en la franquicia.
Cuando decía que la historia comienza como una pantomima no mentía, pero también se construye como una narración concisa y familiar. Lo mejor es que pronto llegan momentos en los que sabe brillar y, sobre todo, ponerse al servicio de la gameplay, para terminar funcionando como una suerte de excusa con la que presentarnos mapeados y situaciones de combate a cada cual más emocionante. Ni de lejos lo esperaba tan bueno y, ni de lejos, es el desastre que tantos vaticinaban con los avances.

Reviewed on Feb 10, 2023


Comments