Normalmente recelo de los videojuegos que introducen muchas mecánicas. Esta práctica se hizo usual en los juegos de acción y/o aventuras de finales de siglo XX y principios del XXI para tratar de aportar diversidad jugable. Pero lo normal es que acabase deparando en rupturas de ritmo o fases de juego muy superficiales. Es este enfoque el que convierte a Super Mario Oddyssey en el peor Mario en 3D. Igual de disperso que Sunshine, pero empeñado en un imperdonable hincapié en chorrocientas mecánicas con la profundidad de un charco.

Sin embargo, es justo esto lo que me gusta de It Takes Two. Dejando a un lado el cómo maneja la historia de la separación entre Cody y May, los personajes que manejamos, su planteamiento es valioso para que el jugador entienda que la pareja está por encima del individuo. No hay forma más obvia de vincular a dos personas que un/a hija/o en común, pues el lazo que los une cobra vida literalmente. Los protagonistas creen que el fin de su aventura es volver a su forma humana, pero los jugadores saben que el objetivo es reforzar un vínculo deteriorado y, por pueril que sea, funciona.

En aras de asentar esa sensación de cooperación proactiva It Takes Two entiende el juego como una vía rápida para la creación de dinámicas personales. Y para dotar a su esqueleto de ese jugueteo se viste de plataformas, pues hay pocos géneros que percibamos tan inmediatamente desde lo lúdico, y añade cientos de otras mecánicas alrededor. A ratos es Action RPG, shooter, juego de ritmo o de puzles, pero su base es el plataformeo en escenarios que se separan entre el curioseo en solitario y la competición y cooperación en pareja.

A Way Out, el otro juego cooperativo de Josef Fares, no sabía muy bien qué ser y así las fases en las que otorgaba libertad a cada uno de los dos jugadores y los minijuegos se sentían como un aparte de la historia. Un pasatiempo añadido con calzador. En It Takes Two, salirse del camino principal y acercarse a cada uno de los tropecientos minijuegos no es algo accesorio, sino parte esencial de nuestra relación con el otro. A partir de ahí, el juego puede sentirse más o menos inspirado a ratos, pero se permite intentar mil cosas gracias a que acierta de pleno en su enfoque inicial.

Reviewed on Feb 04, 2022


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