This review contains spoilers

La adolescencia es una etapa turbulenta en la que nos enfrentamos a problemas como lo es la búsqueda de la identidad. Nos pasamos años intentando averiguar quiénes somos. A veces me cuesta recordarlo, y eso que esa etapa acabó hace un tiempo para mi. Toda esa búsqueda se nubla cuando tu entorno invisibiliza tu realidad y la etiqueta como incorrecta. We know the devil se siente tremendamente personal, una forma para las creadoras de externalizar sus sentimientos en relación a ser una persona queer en un entorno cristiano. Atajar los problemas de esa época de una forma metafórica y preciosa a partes iguales.

Esta obra nos presenta a tres chicas adolescentes que pasan su verano en un campamento católico. Deben pasar la noche en un cobertizo intentando evitar que el demonio las alcance. No sabes que es “el demonio” en un principio, pero el juego sabe transmitir terror en torno a su figura, gracias a su banda sonora. Es como si lo sintieras desde la perspectiva de ellas, de esos pensamientos que les han inculcado. Pero el diablo es algo totalmente metafórico. Son esas ideas rechazadas por la sociedad más tradicionalista, que demonizan como algo horrible y les impide encontrar su verdadera identidad. Por eso cuando les alcanza a las tres, deciden abrazarlo para ser capaces de descubrir quienes son realmente, dando paso a un final hermoso en que aceptan su sexualidad y género.

Tampoco quiero desmerecer a los finales “malos”. Creo que todos reflexionan sobre algo tan importante como la amistad. La conversación con el capitán nos habla de las amistades de tres integrantes, y como muchas veces alguien se acaba quedando desplazado. El juego nos pasa el testigo y en nuestras manos queda involucrar a todas en la experiencia. Este concepto gana fuerza cuando nos presentan las decisiones sin que sepamos el porqué ni las consecuencias. Eliges según te parece, para darte cuenta al final que te has olvidado de alguien. El capitán tenía razón desgraciadamente, pero tú puedes cambiarlo e intentar encontrar un final en el que todas se sientan felices. Es un paralelismo con la realidad de esa situación.

Por otro lado, creo que We know the devil crea una atmósfera genial. Su banda sonora está a caballo entre dos sensaciones completamente opuestas. A veces genera tranquilidad sí, pero sobre todo crea tensión y angustia. Hay partes de la banda sonora que son desagradables, pero en ello creo que se encuentra la genialidad de esta BSO. Ayuda a construir esa atmósfera tan desconcertante y hostil, que se siente acompañada de forma sublime por esas fotos hechas con cámara digital que se utilizan como fondos. Esos fondos promueven la misma sensación de la banda sonora y solo te deja esperanza en los dibujos hechos a mano de las protagonistas.

En definitiva, We know the devil me ha parecido una novela visual espectacular, que trata temas que se echan de menos en los videojuegos. Una obra cortita con un presupuesto reducido, pero con mucho amor por lo que querían lograr contar con ella.

Reviewed on Mar 27, 2024


Comments