Una noche lluviosa, una huida precipitada en caballo hacía lo desconocido, y de repente un estallido. Ante mis ojos: un cometa carmesí cayendo del cielo impactando delante mío. De los momentos que más me han impactado en un videojuego, lo tengo grabado a fuego en mi mente, y por un instante me volví a sentir como un niño, todo al mi alrededor parecía asombroso y peligroso a la par, el título me prometía una odisea y sin embargo, el sentimiento duró poco. Pasadas las horas y una vez equipado los enemigos se convirtieron en un chiste, y los obstáculos medioambientales en un contratiempo que ya no me llevaba a nada nuevo, adiós al peligro. ¿El asombro? Casi desaparecido y remplazado mayoritariamente por puzles y tareas, en lo que ha sido, el único Zelda que me ha transmitido una sensación de AVENTURA, por breve que esta haya sido, por culpa del convencionalismo que sufre esta serie desde 1998.

Reviewed on Oct 30, 2021


Comments