Frigg es una chica veinteañera (edad no confirmada), de ciudad y que, por azares del destino, se muda a Elk, una isla ficticia alejada de la civilización y cercana a Dinamarca. La excusa es que ella va a Elk para mejorar sus habilidades de carpintería junto a un viejo amigo de su padre. Sin embargo, al final día, digamos que simplemente está ahí para conocer el pequeñísimo pueblo que se ha asentado en la isla.
Elk está habitada por menos de veinte personas. Es una pequeña sociedad autosostenible en la que todo mundo se conoce. Frigg viene no a romper la norma, sino a adaptarse, a conocer y encontrar un pequeño huequito como personaje incidental que cada tanto se vuelve un secundario. Un papel bastante similar al del jugadore, quien no necesariamente controlará la voluntad de Frigg. Más bien, será une acompañante en su estancia. Controla sus movimientos y una que otra acción, pero las decisiones las toma ella.
Welcome to Elk se divide en cuatro actos que, a su vez, están divididos en días. Cada día será protagonizado por una nueva anécdota que Frigg (y nosotres) guardará en sus recuerdos. En alguna ocasión conoceremos la historia de uno de los personajes más amigables y generosos de toda la isla, a quien su padre lo encerró en un sótano durante su infancia a riesgo de que le quitase su fortuna. Otro día tocará ir de pesca y presenciar cómo a una de nuestras acompañantes le pasa un buey por encima de la cabeza (nada demasiado grave, solo una herida gigantesca en la frente). Ni modo, tocará suturar la herida, pero como no tenemos un kit médico a la mano, habrá que usar el gancho y el hilo que nos sirvió para pescar.
Pasados un par de días y acumuladas ya un par de anécdotas, nos empezaremos a encontrar con unas botellas con una carta dentro, Al tomar la botella y empezar a leerla... espera un momento, ¡esto es lo mismo que acabo de vivir el día pasado!
Así es, en dichas botellas podremos leer la historia real que inspiró a las anécdotas que viviremos dentro de la isla ficticia. Y claro, hay cosas que vivimos en Elk que difieren bastante de la realidad, sin embargo, siempre es palpable la inspiración directa.
Más importante, cuando nos fijamos en la manera en que Welcome to Elk retrata estas historias, notaremos un respeto sincero por las experiencias reales. Cuestión realmente valiosa cuando entendemos su intención por construir algo nuevo sobre lo ya vivido, procesado y superado.
Este "algo nuevo" está lejos de la perfección, hay que decirlo. No siempre triunfa en lograr transmitir lo que quiere, sobre todo si consideramos su afán por incluir minijuegos como medio de expresión. A veces resultan bien y otras veces no tanto. Y a pesar de todo ello, nunca deja de rebosar una sinceridad genuina que impide no dejarse llevar por lo que intenta.
Eso sí, Elk y la realidad que refleja no están exentas de desgracias y anécdotas agridulces, tristes incluso. No obstante, aquí hay mucho más que tragos amargos, ¿no?
En uno de los varios días de Frigg, su ahora amiga Beth se vuelve la protagonista de la narrativa. Ella es una madre un poco protectora, pero cariñosa y con los objetivos bien en claros: pasarla bien e intentar darle a su hija una muy buena vida. Durante una plática que comparte con Frigg, ella habla del fallecimiento de su esposo y la forma en que se rehúsa a que una tragedia así la defina: "soy más que una historia triste", le dice a Frigg, "mi hija y yo sonreímos, porque quiero que las dos contemos más historias. Historias más felices."
Cerca del final, Welcome to Elk hace todavía más claras sus intenciones: lo que nos define no son solo las historias, sino también la acción de contarlas. Somos lo que vivimos y, a través de la anécdota, le damos forma a lo que es más importante en nuestras vidas. Por ello, las palabras de Beth son tan importantes, porque ejemplifican un acto consiente de lucha en contra de las cartas que le ha dado la vida. Fue una mala mano, sí, pero ella no se dejará definir por eso; al contrario, estará ahí al frente de la batalla intentando redefinir su rumbo (su historia) hacia una más feliz.
Un espíritu que permea a todo Elk, el pueblo donde, sí, se han vivido tantísimas tragedias, pero también donde se festeja y bebe mucho, donde todo mundo se conoce, se protege y la intenta pasar bien siempre que puede. Un lugar que te devuelve la mirada con una sonrisa ebria, pero completamente sincera.

Reviewed on Jun 24, 2024


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