The Unfinished Swan es un cuento interactivo. Juega un poco con las convenciones de los walking simulators para hacer algo distinto, un juego de puzzles en primera persona en esencia es un cuento sobre un cuadro sin terminar.
La parte más impactante de su gameplay es el principio, en el que nos encontramos en un mundo totalmente blanco en el que parece no haber nada. Pero enseguida descubrimos que podemos lanzar tinta y, así, pintar el mundo para descubrir sus formas y relieves y movernos por él. El gameplay no se queda ahí, pronto abandona esta premisa para centrarse en otras distintas que casi siempre implican disparar, de una forma inusual y creativa, pero disparar, sea tinta, agua o puntos de referencia para vectores que luego serán plataformas.

La variedad mecánica está bien soportada temáticamente, va acompañando a su ambientación y el final puede presentar varias interpretaciones, como los cuentos tradicionales. Es posible hablar de la paternidad y la maternidad, de la muerte, del arte, de las aspiraciones y deseos vitales, aunque creo que el juego prefiere dejar su interpretación abierta porque, por encima de todo, es un cuento.