Los que jugaron al RPG de 'Medabots' en GBA quizá no sepan que en realidad, era un remake camuflado del segundo 'Medarot' en Game Boy. Así pues, la jugabilidad que presenta el primer juego es muy familiar a la que conocemos por estas lindes, aunque mucho menos pulida y accesible de lo que sería deseable.

'Medarot' es otro recolector de monstruos que salieron tras el éxito de la primera generación de 'Pokémon', pero se distingue del resto por su capacidad de personalizar los robots y sus cuatro partes, en pos de obtener el modelo de combate definitivo. Sin embargo, encontrar un equilibrio entre las distintas piezas y la medalla que controla la logística del Tin-Pet (el esqueleto del robot) requiere de mucha paciencia y dobles lecturas que hacer conforme vemos los resultados de nuestras acciones. Sí, hay puntos de experiencia y niveles, pero apenas tienen incidencia en los parámetros que aparecen en pantalla. Para aprender a jugar a 'Medarot' hay que echar cábalas, hacerse preguntas mientras observamos sus combates 3vs3, intuir si la acción que hemos visualizado mejora o no a lo que tenemos. ¿Se ha desplazado el robot más rápido a la línea de combate usando esta pieza? ¿Esta arma es más efectiva contra Medarots con ruedines? ¿A qué enemigo apunta esta otra ¿Tiene sentido usar esto? ¿Lo tiene?

Hoy en día, es posible que haya en Internet alguna guía que explique la matemática detrás de los combates y la progresión de tus Medarots, pero si nos ceñimos exclusivamente a lo que dicta el videojuego cuando salió, hay muy poca información que te diga exactamente lo que tienes que hacer. Cero tutoriales, cero lore que ponga en contexto el mundo de 'Medarot', menús tediosos para acceder a la información deseada, y muy poco equilibrio en general entre el catálogo de piezas disponibles. Pero hay cierta magia en esto de jugar a la vieja usanza, y ver que nuestras órdenes no tienen el peso disciplinario que en otros juegos de monstruitos. Si 'Pokémon' laza un vínculo entre el jugador y sus criaturas por el tiempo que pasamos con ellas dentro y fuera del combate, 'Medarot' es algo más frío y calculador. El vínculo está en el enigma que compone su existencia como arma de destrucción masiva (no tan masiva), consciente de que su única función en la vida es luchar entre ellos sin entender del bien o el mal. Es ver los numeritos de daño, las piezas que se rompen llegado un punto de colapso, verlos moribundos cuando sólo queda el esqueleto y siguen luchando. Son una paradoja de la vida, un contraste con la realidad aparente, una cosa rara de cuidao. Quizá por ello entrañables.

El juego en sí no es gran cosa. Controlamos al típico niño que no tenía Medarots mientras todos sus amigos juegan con los suyos, hasta que el azar le ofreció la posibilidad de tener su propio Medarot súper-ultra-exclusivo y ligeramente superior a los demás. A partir de ahí comienza una aventura que le lleva a través de la ciudad, la playa y las montañas, pero sin un nexo en común que una los puntos. Los personajes vienen, se van, contribuyen muy poco a entender nuestro cometido en la vida, lo único que sabemos es que la banda RoboRobo es muy mala malosa y hay que pararles los pies lo antes posible. Pero nada de lo que sucede resulta muy espectacular o épico siquiera, no hay una gran sensación de peligro, no hay un evento que resulte impactante, todos los problemas se resuelven de la manera más escueta posible. Hay bugs incluso a puntapala, ríete tú de aquellos que les encanta decir lo "bugeados" que estaban Rojo/Azul siendo la primera generación de 'Pokémon'. Sin el apego emocional que pueda tenerse con esta saga (sobre todo viniendo de GBA y el anime que salió en TV), sería algo totalmente prescindible en el catálogo de la pobre Game Boy, menospreciada desde tiempos inmemoriales.

Pero los Medabots molan, así que debe de estar bien. Probablemente mejor en las muchas secuelas que recibió a posteriori, aunque quizá la única que conocemos, en aquel remake protagonizado por Metabee (Kabuto) y Rokusho (Kuwagata), fuese realmente su mayor grado de expresión y su entrega más pulida. Muy difícil de recomendar esta vuelta a los orígenes, más allá de la curiosidad y el carácter histórico de esta primera generación.

Reviewed on Feb 19, 2024


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