A ‘Mixolumia’ se le suele mentar por las redes como un “Tetris moderno” y no irán descaminados, pero quizá el parentesco más adecuado sea hacerlo con ‘bit Generations: Dialhex’, uno de los pequeños juegos de la serie desarrollada por skip ltd en GBA que nunca salió de Japón. Si en aquel juego el objetivo era rotar hexágonos en un pozo de idéntico formato para eliminar piezas del mapa, ‘Mixolumia’ funciona a través de cuadrados de 2x2, que caerán del techo y se deslizarán por las laderas de la montaña de bloques conforme toquen la superficie: algunas piezas a la izquierda y otras a la derecha según la inclinación. Por naturaleza es más abstracto y menos intuitivo que ‘Tetris’, ya que es fácil confundir la trayectoria que seguirán los bloques al deslizarse, o equivocarse con la secuencia que debes colocar para romper las piezas (juntas en cuadrados de 2x2 o líneas de 3 idénticas). Además, cada movimiento del jugador forzará al bloque a bajar una línea en la pila, lo cual limita su capacidad de maniobra y le exigirá ser más conciso con sus acciones. Cuanto mayor sea el montón acumulado, también habrá menor espacio para la reacción, generando más estrés y acelerando el ritmo de juego.

‘Mixolumia’ coge el anatema tetrisiano de controlar el espacio y agranda sus implicaciones para convertirse en un puzle arcade frenético y sin tolerancia al error… y sin embargo, gracias a la escasa variedad de colorines que tienen los bloques (sólo 4), realizar combos no es tan complicado y te coloca la pertinente zanahoria para seguir adelante y aguantar lo que se pueda. El conflicto de sentimientos jugando la creación de Dave Hofmann es evidente, porque a nadie le gusta exprimir el cerebro para trabajar su memoria de trabajo (¿Dr. Kawashima, eres tú?) y tener que apilar cálculos recursivos para obtener la mejor puntuación posible de ‘Mixolumia’. Pero ahí está el reto, y de ahí que la naturaleza del juego resulte tan salvaje como atractiva.

Reviewed on Dec 26, 2022


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