Mario rara vez intenta ser algo más que una celebración del juego, un festival de alegría y excitación, y creo que este es su mejor representación. No solo es esa promesa de una nueva idea en cada nivel que pone todo bocabajo, sino que tiene el mejor multijugador en un plataformas que haya visto. Recomiendo mucho jugar con el online activado porque enriquece la experiencia muchísimo. Ahora este mundo colorido y lleno de retos no solo es tuyo para explorar, sino para todas las personas. En un juego que invita tan poco al reto, incluso cuando en sus niveles finales se pone realmente retador, jugar con alguien que te ayude en las partes más difíciles o que te chive los lugares secretos es muy gratificante. Que te den otra oportunidad en ese salto tan difícil, o mejor, que seas tú el que ayude a encontrar esa moneda escondida, crea una sensación de conexión que ningún juego a conseguido en mi. Pocos recuerdos tan divertidos tengo en un videojuego como la casi hora que un Yoshi desconocido y yo pasamos juntos en el nivel final.

Si algo puedo criticar a la mayoría de Marios, es que encontraron una formula ganadora y nunca quisieron reinventarla, siempre construyendo cosas nuevas encima, pero nunca desafiándola. Mario Wonder sigue sin hacer eso, el único que ha conseguido desafiar a la alegría desenfrenada sigue siendo el primer Galaxy, pero en ese espectro de emociones, logra una conexión y euforia más auténtica que ninguno de los demás que lo hayan intentado. A pesar de unos bosses terribles y repetitivos (exceptuando el final que es excepcional), nunca deja de maravillarte y hacerte esperar lo siguiente, y un mundo tan emocionante es mejor compartido.

Que un juego tan sombrío, exigente y agobiante se hiciese en su momento viral es bastante curioso, pero me alegra que consiguiese llevar unas mecánicas tan de nicho a un público más amplio.

Lo que creo que hace a Papers, Please tan bueno es que consigue hacer la aplastante rutina del trabajo en algo intenso y que enganche. Es divertido pero no por la adrenalina o sentimiento de superación, sino por lo complicado. Rápidamente, para ser capaz de demostrar que puedes sobrevivir en este mundo tan duro, empiezas a automatizar un trabajo tan cruel como el de control fronterizo. Cada vez escuchas menos las historias de los solicitantes, empiezas a aprenderte los trucos y tardas incluso meno en rechazarle la entrada a una mujer que va detrás de su marido quien ha entrado. Cada vez más empiezas a ver a estas personas como estadísticas, el beneficio que te puedan dar frente a los ingresos que puedas obtener. Te alegras cuando detienes a alguien o cuando hay un ataque terrorista, porque es beneficioso. Hasta ayudar o combatir la rebelión es un mero cálculo sobre con quién tienes más fácil colaborar.

Es alienante y deshumanizador. El poder de marcar las vidas de otros mientras la aplastante presión del trabajo asalariado hace que progresivamente sientas menos empatía por ellos.

Me parece curioso que Papers, Please se viralizara porque es un juego incomodo. No da respuestas y los problemas que pone sobre la mesa son bien conocidos por todos, pero sentirlo en tus manos es otra historia. La crueldad de los sistemas fronterizos y la opresión de los autoritarismos no se puede ver, se tiene que sentir en carne propia, y un juego cuyos temas suenan más fuertes con el mando en la mano es un gran juego.